viernes, 13 de marzo de 2015

MAS DESGRACIAO' QUE EL PUPAS, QUE SE CAYÓ...


         Cuando usamos la lengua en un contexto formal decimos que una persona puede ser muy desgraciada, más desgraciada que otra, la más desgraciada, o incluso desgraciadísima, por no tener suerte en la vida, por salirle mal todo cuanto intenta. Comparativos y superlativos para expresar lo extremo de una situación en sí misma o en relación con otra equivalente.
         Pero la lengua popular (en todos los idiomas) gusta de la comparación simbólica llevada a veces hasta la exageración. Encuentra más expresivo que las expresiones citadas, crear por comparación, una imagen de impacto en el escuchante : “tener menos carne que el tobillo de un canario”, “ser más listo que los ratones coloraos”, “quedarse más tieso que una vela”...
          Esto me ha hecho recordar una frase que he escuchado a menudo a mis padres. Me refiero a esas veces que escuchas de alguien ( a veces de ti mismo) que es “más desgraciao' que el Pupas”. Es un Pupas la persona a la que le sale mal todo lo que intenta, el que se hiere constantemente en la vida diaria . Recuerdo aquel verano del 77, o del 78, trabajando en Villamediana. Un día tocaba desencofrar y después reunir todas las tablas que estaban por el suelo e irles quitando las puntas. Había que andar con cuidado por donde pisabas, porque a la mínima tu pie podía toparse con una tabla que tuviera las puntas del encofrado para arriba. Pues... aquella tarde yo fui un pupas que pisé una tabla...y me clavé, a la vez, TRES puntas en el pie.
           Había escuchado mil veces esta expresión “más desgraciao que el Pupas” y me la habían aplicado algunas veces también, pero no hace demasiados años tuve ocasión de escuchar de mi padre una coletilla que me hizo mucha gracia: “eres más desgraciao' que el Pupas, que se cayó de espaldas y se rompió la picha”. ¡Ciertamente, hay que tener mala suerte!

            Haciendo esta entrada pienso que la relación entre lo que llamamos lengua culta y lengua popular es un mundo ciertamente curioso en el que no todo es lejanía y división .
            En esto de las comparaciones se da el caso curioso de que la lengua culta reserva para lo literario la comparación (la referencia a una imagen en suma )
                         como el ave sin aviso
                         o como el pez, viene a dar
                         al reclamo o al anzuelo
                                   Lope de Vega, Fuente Ovejuna
              Prefiere en cambio, la llamada lengua culta,  para la vida diaria, para el contexto más formal, el término abstracto, comparativo o superlativo.
              En cambio, el lenguaje popular opta claramente por la comparación y la creación de imágenes. Como si el círculo se cerrase y de lo popular regresásemos a lo poético o viceversa.

También me parece oportuno destacar que las comparaciones populares han servido para poblar nuestro imaginario de personajes sin los cuales nos sería difícil vivir: Abundio, el tonto; Pupas, el desgraciao'; Picio, el feo; Maricastaña, la viejísima; Calleja, el cuentista; o Lepe, el listo del pueblo.

Un saludo para todos ellos que yo me quedo, después de escribir esto, “más contento que unas castañuelas”.

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